El destino

Tal vez eso de preguntarse si existe el destino o no es cosa de filósofos y también de idiotas, como yo no soy la primera supongo que entro en la segunda categoría.

No obstante dentro de mi estupidez he comprobado que el destino tiene tres reglas:

La primera que no permite que escapemos de el.

La segunda regla del destino es que cuando nos alcanza es porque siempre estuvo frente a nuestras narices aunque como Edipo nos arranquemos los ojos para no verlo.

Y la tercera regla del destino es pensar que quisiéramos decirle, que nuestra vida es asunto nuestro pero siempre acabamos paralizados contemplando con cara de idiotas como se nos viene encima.

El problema con el destino no es aceptar su existencia, el problema es cuando lo perseguimos excesivamente buscando la fatalidad y las mujeres somos expertas en eso.

Tanto lo buscamos que tarde o temprano terminamos enfrentando las consecuencias y ahí sí!!! la buena voluntad el famoso albedrío, la negociación muy probablemente llegue demasiado tarde.

Negociar con el destino es al final de cuentas querer cambiar una historia que ya fue escrita de antemano con la tinta de nuestros errores.